Un gato travieso
se ha colado en mi cuarto de costura
y no deja de trepar,
mirar donde se ha ido a colgar.
Pero con esta carita tan graciosa
quien se atreve a reñirle.
Con esos mofletes,
su nariz,
y esos ojitos que dicen
que nunca han roto un plato.
Lleva sencillos detalles
que lo hacen más coqueto,
un lazo en el cuello.
Y una etiqueta de tela.
Es muy decorativo.